“Todo vuelve al origen de la vida y el milagro: el padre, el pueblo y el aire, y en el fondo del tabernáculo, el sueño de Orfeo nos guiña y acaricia. Gustavo lejano, compañero de la alegría, somos carne de pueblo, nacidos para el destino: morimos con la esperanza de un nuevo día hermoso, aunque nos derriben lo más bello a pedradas”.
Vicent Valls González.
Lo versa el poeta contestano Vicent Valls González, “el sueño de Orfeo nos guiña y acaricia”. Orfeo comenzó a tañer su lira y provocó el embelesamiento del barquero para que lo llevara a su destino.
Así es la música de Gustavo Pascual Falco, una música que une a la gente y la hace vibrar. Nos acaricia, nos emociona y, sobre todo, nos embelesa.
El músico de Cocentaina, su pueblo, creó una música sencilla, humilde, como era Gustavo, y esa es la música que llega a su gente, a sus músicos, en definitiva, al pueblo. Fue un avanzado en su tiempo, y eso que no tuvo a mano las herramientas necesarias y la suficiente preparación académica; con todo ello, y si su salud se lo hubiera permitido, estamos seguros de que habría alcanzado un horizonte muy lejano.
Se le atribuye la invención de la distribución actual de las bandas de música en los desfiles en las fiestas de Moros y Cristianos, lo que le otorga el título de renovador y, como es sabido, es el autor de una de las obras españolas más interpretadas en todo el mundo: el pasodoble Paquito el Chocalatero.
Su obra ya representa un patrimonio cultural de gran valor que merece ser conservado, estudiado y divulgado.
Pero la música de Gustavo no solo es el citado pasodoble, el músico nacido a las faldas de la Sierra de Mariola, realizó, pese a contar con tan solo 36 años cuando falleció, un abanico de composiciones, básicamente dedicadas a las fiestas de Moros y Cristianos, que son también de admirar, así como creaciones de otros géneros, valses, música religiosa, himnos, etc.
Sí, dejó de vivir muy joven un músico que no tenía suplente, pero su música nunca morirá y pasará de generación en generación.
Sirva esta breve introducción en esta página web como una invitación a conocer la vida y la obra de Gustavo Pascual Falcó. Un músico de pueblo. Adelante.
“Un zapatero que ama entre silencios, escribe en cinco líneas los signos de su amor: damascos, gongs, caobas, infiernos como crepúsculos, coronan de imposible su corazón. Y el pueblo vive y tiembla, y come chocolate, y un árabe sueña en la lejanía mirando hacia el Oriente. Los cuerpos se van yendo y la golondrina vuelve al nido de su origen, evocando el beso más apasionado.”
Vicent Valls González
Versos publicados en el disco editado con motivo del Cincuentenario del Pasodoble Paquito el Chocolatero. Cocentaina marzo de 1987.